"No puedo casarme contigo”, le
comunicó
en una carta a su novio, “quedé marcada y
muy fea para siempre, búscate a otra joven hermosa como tú te mereces, yo no
soy digna de ti”
A los pocos días la muchacha recibió esta
respuesta de su novio: “El verdadero indigno soy yo, tengo que comunicarte que
he enfermado de la vista y el médico me dijo que voy a quedar ciego... Si aun
así estás dispuesta a aceptarme, yo sigo deseando casarme contigo”
Y se casaron, y cuando lo hicieron, el
novio estaba ya totalmente ciego. Vivieron 20 años de amor, felicidad y
comprensión, ella fue su lazarillo, se convirtió en sus ojos, en su luz, el
amor los fue guiando por ese túnel de tinieblas.
Un día ella enfermó gravemente y cuando
agonizaba, se lamentaba por dejarlo solo entre esas tinieblas. El día que ella
murió, él abrió sus ojos ante el desconcierto de todos… “no estaba ciego” -
dijo- “fingí serlo para que mi mujer no se afligiera al pensar que la veía con
el rostro desfigurado, ahora mi amor descansa en ella”
Moraleja: El verdadero amor ve más allá
de la belleza física, porque el verdadero amor, ve con el corazón. Vivimos en
un mundo de apariencias, donde se califica a las personas según su aspecto
físico, pero el verdadero amor embellece más que el más caro tratamiento de
belleza; la belleza se acaba, pero el amor verdadero vive para siempre.